De donde no llega la luz
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De donde no llega la luz
No es verdad que las olas se originan por el viento, ni que los movimientos de las corrientes sean consecuencias de las distintas temperaturas marinas. Y es mentira que la luna sea tan fuerte como para producir mareas.
Somos nosotros, Los Cantores, los que van causando todo eso.
¡Nadie se entera de nosotros! ¡Por supuesto! Vivimos ocultos en los abismos marinos más profundos de donde no llega la luz.
Repetidamente vamos deslizando, impulsados hacia atrás por la fuerza de nuestros cánticos devastadores que todo arrollan por delante. Oleadas de cantos y contracantos colisionando entre ellos, elevándose desde fosas oceánicas como tornados submarinos, azotando gotas, plancton, peces, para que se pongan en marcha a ritmo; más potentes son las señales vocalizadas, más valiosas serán las olas delante de los farallones.
Son esas vibraciones las que hacen vivo el mar, ¡eternamente en movimiento!
Entregados a la perfección vamos buscando la calidad del timbre, la potencia de su modulación, experimentando ásperas alteraciones blandir encanto líquido en la garganta. Turbulencias sónicas que alejándose van dispensando vida y muerte en las vastedades marinas.
Constantemente evolucionamos en el tiempo: días, años, lustros, ensayando ininterrumpidamente, ganando derecho a subir, a llenar al fin poderosos pulmones con aire para estallar nuestra melodía hasta el vacío cósmico en las profundidades celestes, sembrando nueva vida.
Cerca de la orilla, diminutas criaturas antes de convertirse en gorgoteante espuma(*)5 se llenan de aire, hinchándose, volviéndose transparentes, hasta que sus relucientes epidermis parecen ampollas de jabón al emitir su último canto silencioso, que desvanece ¡Puff! en una nieblita de arcoíris.

5 Una molécula pequeña (bajo ciertas condiciones) puede viajar más allá de los espacios interestelares... desde la espuma de una ola a la nube de Magallanes.
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