Buscando algo que molestar
Hay gatos que ronronean plácidamente cerca de la fogata, ajustándose con las patas para confirmarse que tu regazo es suficientemente mórbido como colchón, y sueñan sin dejar de escudriñar alrededor con sus orejas tal y cual a un radar. Y gatos que se van por los barrios del puerto buscando algo que molestar, picando con garras afiladas los sapos sin detenerse hasta el final, para irse dejándolos atrás.
Gatos blancos, negros, de manchas y matizados. Gatos gordos, delgados, hambrientos, llenos de cicatrices o parecidos a príncipes desfilando. Gatos que llaman o que son llamados. Gatos sin piel malhumorados por el frío y otros aplastados en la calle bajo las ruedas del camión porque ya habían terminado la reserva de sus vidas.
Y después hay gatos azules que pasean sobre las rosas. .
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