Por el otro lado a la misma velocidad
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Por el otro lado a la misma velocidad
Necesito mantener el paso, no puedo desconcentrarme, no hay otra opción si no quiero acabar con todo. Las piernas se adelantan arriba de la Autopista Transoceánica Ecuatorial sin esperar que la química del cerebro se lo imponga, una maquinaria orgánica biogenéticamente perfecta, carburada por disciplina y psicoentrenamiento selectivo apto a la producción de macro endorfinas. Tal y cual a un turbo reactor nuclear como hidroasfalto a la velocidad de 1669,79 Km por hora.
Incesablemente dispongo sinapsis en su estado de máxima funcionalidad, para que puedan liberar impulsos eléctricos fluidamente sin posibilidad de fallar. Músculos, tendones, huesos, vibran al unísono solicitados por la velocidad.
No puedo arriesgarme a comer. Cada 15 días una inducción neuroreguladora me insta a introducir píldoras de alto contenido nutriente; sujetada a los hombros llevo una mochila hidrotérmica de mantenimiento refrigerado, cargada de tabletas idóneas a proporcionarme esa velocidad de forma constante por más de 900 años. El mantenimiento de la velocidad es fundamental, si no quiero encontrarme con la cara oculta de Dios.
El aura epidermis7 dispone de sistemas automáticos para el reciclo total de fluidos y vapores, si mantengo la concentración creo que no tendré problemas.
Ya hace tiempo que ando corriendo hacia el oeste, desarrollando máxima potencia a lo largo de la Autopista Ecuatorial que rodea ininterrumpidamente el planeta. Los primeros días han sido una barbaridad, pero soy atleta riguroso y maratonista acostumbrado a empresas extremas, ¡lo peor ha pasado! He tenido suerte, unos minutos antes de llegar al amanecer me entregaron su último mensaje: «¡Quédate allí que no llegues a la luz! Vuelve atrás a la máxima velocidad y no dejes jamás la oscuridad». Después nada más.
En este planeta de locos no hay alguien en quien confiar, exceptuando mi hermano. No hesité, giré la cara hacia oeste y empecé la carrera, sacrificando sólo unos instantes para arrastrar toda la reserva de comprimidos azules almacenada bajo azoto líquido en la nevera.
La luz lentamente desvanecía por atrás mientras ganaba velocidad adentrándome en las sombras.
Todo estaba apagado, ni una farola, ni una luminaria se divisaban lateralmente a la autopista; delante el vacío negro. Solamente la vuelta se teñía de un tenue reverbero rojo esmeraldino, aclarando plúmbeas maquetas fantasmales amedrentadas, avanzando a tientas, tropezando a oscuras en el entorno.
De verdad, yo también las primeras horas no estaba seguro de nada pero no mis pies, equiparables a un rotor desencadenaban más de 463 m/s de velocidad aumentando.
Luego llegó olor y humo, acto seguido, cenizas y huesos calcinados nadando en un suelo blando similar a una torta de huevos cocida por un lanzallamas. ¡Pero la Transoceánica seguía existiendo! Puro iridio fluctuando arriba de landas hirvientes y fosas marinas vaporizadas.
Seguí andando, años tras años, lamiendo una tenebrosidad totalmente horrorosa. ¡Aunque los tiempos de Dios sean muy largos, todo es posible!
Luego, los sueños se introdujeron vívamente sin que las piernas disminuyeran el impulso, largándose rápidos por las sienes: imágenes sombrías de solas palabras. Trasoñado las percibía despertando: «No te olvides de tu corona de espinas» y también «Desconsolador será ese día tan luminoso».
¡Todavía persigo!
En los siglos he afinado la técnica, marchando a todo correr parecido a un patinete ultrasónico deslizo en el aire casi sin tocar el suelo, a compensar mis piernas, que se han reducido en los años iguales a las de una mariquita.
No me encontraría mal andando, ni me lastima la soledad o el despertar corriendo, cada día hora y segundo voy pulverizando nuevos records, una orgía de gloria a repetirse, y todo eso no lo puedo compartir.
También ahora... también ahora... también ahora... también ahora...
«Preciosa es la vida aunque vivida en las tinieblas, todavía estoy cansado y quiero acostarme».

7 Envoltorio electrostático que rodea una unidad orgánica. Utilizando atracción electromagnética intermolecular determina retención y reciclo de sustancias fluidas en dispersión.
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